Sheinbaum esquiva el debate con Noroña: ¿Una presidenta que prefiere el silencio o una estrategia calculada?
Sheinbaum evita debatir con Noroña sobre uso de aviones privados
CDMX.- En su conferencia matutina que debería ser un espacio de transparencia, Claudia Sheinbaum optó por no entrar en un debate con Gerardo Fernández Noroña, figura controversial dentro de Morena. La razón: las críticas de Noroña sobre el uso de aviones privados, un tema que ha puesto en el centro del debate la coherencia del proyecto de transformación que ella encabeza.
El intercambio, capturado en un video que circula en redes sociales, muestra a Sheinbaum respondiendo con un “No voy a entrar en debate con él... que a cada quien nos evalúe la gente”. La frase, aunque parece una salida diplomática, deja más preguntas que respuestas. ¿Es realmente una postura de altura o una maniobra para evitar un enfrentamiento interno que podría fracturar la imagen de unidad del partido?
Noroña, conocido por su estilo confrontacional y su historial de declaraciones polémicas, ha sido un aliado incómodo para Sheinbaum desde el inicio de su mandato. Su reciente viaje en un avión privado, financiado por recursos que no ha aclarado del todo, ha generado críticas incluso dentro de los propios círculos de Morena. Sheinbaum, en lugar de abordar directamente el tema, prefirió desviar la atención hacia la libertad de opinión y la evaluación pública, una estrategia que podría interpretarse como un intento de no mancharse las manos con un problema interno.
El contexto no es menor. Sheinbaum llegó al poder con la promesa de continuar el legado de Andrés Manuel López Obrador, pero también con la necesidad de diferenciarse y consolidar su propio liderazgo. Sin embargo, episodios como este cuestionan su capacidad para manejar las tensiones dentro de su coalición. Noroña no solo representa una voz disidente, sino también un recordatorio de los excesos que el movimiento ha criticado en el pasado.
La decisión de no debatir podría ser vista como un acto de prudencia, evitando un enfrentamiento que podría salpicarla. Pero también deja la impresión de que, ante figuras como Noroña, la presidenta opta por el silencio en lugar de la confrontación. En un momento en que la ciudadanía exige rendición de cuentas, especialmente en temas de ética y uso de recursos públicos, esta postura podría interpretarse como una debilidad o, al menos, como una falta de claridad.
Al final, la evaluación que Sheinbaum menciona recaerá en los ciudadanos. Pero mientras tanto, el episodio deja una pregunta en el aire: ¿es esta una presidenta que prefiere el silencio estratégico o una líder que aún no encuentra la forma de lidiar con las contradicciones internas de su propio proyecto? Solo el tiempo dirá si esta decisión fue un acierto o un error de cálculo.