Sheinbaum niega pacto con la DEA para atacar cárteles mexicanos, en respuesta al "Operativo Portero"
El lunes, la DEA había presentado el Operativo Portero como una iniciativa clave para fortalecer la cooperación bilateral contra los cárteles.
CDMX.— Una nueva controversia sacude las relaciones entre México y Estados Unidos, poniendo en riesgo el frágil equilibrio en América del Norte. Este martes, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, desmintió categóricamente cualquier pacto con la DEA, la agencia antidrogas estadounidense, para realizar operativos conjuntos. La declaración llega un día después de que la DEA anunciara el inicio del Operativo Portero en la frontera suroeste, enfocado en combatir el tráfico de drogas sintéticas, supuestamente en colaboración con el Gobierno mexicano. La administración de Donald Trump ha hecho del control del tráfico de opioides una de sus principales prioridades.
En su habitual conferencia matutina, Sheinbaum, conocida por su tono mesurado, adoptó una postura firme: “No existe ningún acuerdo con la DEA. No sabemos en qué basan su comunicado. Ninguna institución de seguridad mexicana ha suscrito algo así”. La mandataria aclaró que el único entendimiento en materia de seguridad con Estados Unidos está aún por formalizarse y se negociará con el Departamento de Estado, priorizando la soberanía, el respeto mutuo y la coordinación sin subordinación. “Cada país opera en su territorio”, subrayó.
El lunes, la DEA había presentado el Operativo Portero como una iniciativa clave para fortalecer la cooperación bilateral contra los cárteles, apuntando a los “guardianes”, figuras que controlan las rutas de contrabando de fentanilo, metanfetamina y cocaína hacia Estados Unidos. Además, la agencia mencionó un programa de capacitación para investigadores mexicanos, que Sheinbaum minimizó al describirlo como “un simple taller en Texas”.
Esta fricción revive tensiones históricas entre México y las agencias de seguridad estadounidenses, especialmente la DEA. Durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), mentor político de Sheinbaum, las relaciones se tensaron tras la detención en Los Ángeles del general Salvador Cienfuegos, exsecretario de Defensa mexicano, acusado de narcotráfico. López Obrador calificó el arresto como una intromisión inaceptable, logrando que Estados Unidos retirara los cargos y devolviera a Cienfuegos a México, donde la Fiscalía determinó que no había pruebas para procesarlo. En ese episodio, el exmandatario acusó a la DEA de fabricar pruebas, lo que derivó en una revisión de las actividades de los agentes estadounidenses en territorio mexicano, consolidando la desconfianza bilateral.
Con la llegada de Sheinbaum y un nuevo equipo de seguridad, las cosas parecían tomar otro rumbo. Omar García Harfuch, titular de la Secretaría de Seguridad, ha mantenido una relación fluida con sus contrapartes en la DEA, el FBI y los departamentos de Justicia y Seguridad Interior de Estados Unidos. Frente a las exigencias de Trump sobre el tráfico de fentanilo, Harfuch ha intensificado los operativos en la frontera, desarticulando redes y decomisando drogas con resultados visibles. Además, su gestión ha ampliado esfuerzos contra el robo de combustible, conocido como huachicol, una de las principales fuentes de ingresos de los grupos criminales según agencias estadounidenses.
En un gesto sin precedentes, el Gobierno de Sheinbaum ha entregado a 55 líderes criminales a Estados Unidos para ser juzgados, sorteando los procesos formales de extradición. Sin embargo, la polémica desatada esta semana pone en duda la sincronía entre ambos países. Lo que en México se describe como un taller menor, en Washington se interpreta como un avance significativo en la cooperación antidrogas. La discrepancia plantea interrogantes sobre la comunicación entre los gobiernos y el margen de autonomía de Harfuch en las negociaciones. Por ahora, las razones detrás de este desencuentro permanecen sin esclarecer, envueltas en las complejidades de la diplomacia regional.