Sheinbaum reprueba homenaje a “El Mencho” en Auditorio Telmex de Zapopan Jalisco; Fiscalía investiga "apología del delito" hasta 6 meses de cárcel
En su conferencia matutina, Sheinbaum calificó el homenaje a “El Mencho” como “inaceptable”. “No debería de ocurrir eso. Imagínense, no está bien”, dijo, con una mezcla de incredulidad y firmeza.
CDMX.- La presidenta Claudia Sheinbaum levantó la voz desde Palacio Nacional para condenar la proyección de imágenes de Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), en un concierto de Los Alegres del Barranco en el Auditorio Telmex de Zapopan, Jalisco, exigiendo una investigación a fondo, mientras la Fiscalía de Jalisco ya abrió la carpeta 21010/2025 por posible apología del delito, —que castiga con uno a seis meses de prisión—, un hecho que expone la delgada línea entre la libertad artística y la glorificación de la violencia en un país azotado por el crimen organizado. Lo que ocurrió el sábado 29 de marzo en Zapopan no es un incidente aislado, sino un síntoma de la narcocultura que sigue permeando eventos públicos, desafiando tanto a las autoridades como a la sociedad que, entre aplausos y críticas, parece atrapada en una ambivalencia inquietante.
En su conferencia matutina, Sheinbaum calificó el homenaje a “El Mencho” como “inaceptable”. “No debería de ocurrir eso. Imagínense, no está bien”, dijo, con una mezcla de incredulidad y firmeza, antes de urgir a las autoridades de Jalisco y a la Universidad de Guadalajara, que administra el Auditorio Telmex, a indagar a fondo y revisar quiénes suben a ese escenario. Su postura no es solo una reprimenda: es un llamado a cortar de tajo la normalización de la violencia, sobre todo tras hallazgos recientes como el rancho Izaguirre en Teuchitlán, ligado al CJNG, que recuerdan la magnitud del problema.
Por su parte, la Fiscalía de Jalisco ya tiene las manos en el asunto. En un comunicado emitido este lunes, informó que investiga el caso bajo el artículo 142 del Código Penal estatal, que castiga con uno a seis meses de prisión a quien “provoque públicamente a cometer algún delito o haga apología de éste”, siempre que no se concrete el ilícito. Si el delito se consuma, las penas podrían escalar según la participación de los implicados. Los Alegres del Barranco, que cantaron “El dueño del palenque” mientras las fotos del capo llenaban las pantallas, están en la mira: la fiscalía planea interrogarlos para esclarecer intenciones y responsabilidades. El Auditorio Telmex, en cambio, se lava las manos: dice que solo renta el espacio y que el contenido es cosa de los artistas y promotores, aunque promete ajustar contratos para evitar que esto se repita. La fiscalía tomará nota de esa declaración, pero el deslinde suena más a excusa que a solución.
El gobernador Pablo Lemus también entró al quite, rechazando el acto y repitiendo el mantra de “no normalizar la violencia”, aunque sin ofrecer medidas concretas más allá de la indignación. Entre el público que ovacionó y las redes que estallaron en críticas, el concierto dejó un eco amargo: una banda exaltando a un criminal en un recinto prestigiado, un gobierno que reacciona tarde y una sociedad que no termina de decidir si aplaude o repudia.
Sheinbaum y la fiscalía coinciden en el diagnóstico —esto no puede seguir así—, pero el desafío está en las acciones. Mientras el CJNG sigue operando a sus anchas, la pregunta no es solo quién paga por este espectáculo, sino cómo se corta el hilo que une la cultura popular con la apología del horror.