Sheinbaum: "Si se consume menos refresco, no afectará económicamente el aumento de impuestos" al IEPS en 2026
El impuesto subirá un 87.3%, de 1.6451 a 3.0818 pesos por litro, con el objetivo de reducir el consumo de azúcar y destinar lo recaudado a salud pública
CDMX.- Ayer, 11 de septiembre, Claudia Sheinbaum defendió con vehemencia el aumento del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) a bebidas azucaradas, que entrará en vigor en 2026. "Si se consume menos refresco, no afectará económicamente el aumento de impuestos", aseguró, recalcando que "lo recaudado irá íntegro a salud". Su argumento se basó en que el IEPS, que subirá un 87.3% pasando de 1.6451 a 3.0818 pesos por litro, no busca recaudar más, sino incentivar hábitos saludables. "No es un impuesto recaudatorio, es una medida de salud pública probada en 119 países", afirmó, citando ejemplos como Reino Unido y Chile, donde se ha reducido el consumo de azúcar.
Sin embargo, detrás de este discurso, los números del Paquete Económico 2026 revelan una realidad más compleja. Sheinbaum insiste en que el dinero del IEPS se destinará a combatir enfermedades relacionadas con el consumo de refrescos, pero ignora que los más pobres, quienes consumen hasta 200 litros per cápita al año en zonas rurales (Inegi, 2022), no tienen muchas opciones. ¿Educación nutricional? Ausente. En cambio, el gobierno destina recursos a otras prioridades, como el rescate de Pemex y megaproyectos que ya no dan frutos.
Críticamente, esto huele a contradicción flagrante. Si el fin es la salud, ¿por qué gravar también las bebidas light y cero azúcar con el mismo IEPS, desincentivando opciones "saludables" que no aportan calorías? Críticos en X, como usuarios independientes, lo llaman "puro choro recaudatorio".
En resumen, Sheinbaum promete destinar el IEPS a salud, pero la efectividad de ese dinero depende de cómo se gaste. Con un gobierno que necesita 8.6 billones de pesos en ingresos fiscales para 2025 y una deuda pública que ya alcanza el 50% del PIB (Banco de México, julio 2025), este impuesto huele más a salvavidas fiscal que a política genuina para la salud pública. Si realmente quiere transformar, que empiece por no exprimir al pueblo para maquillar finanzas en quiebra.