Sheinbaum vs. Salinas: Rechaza negociar adeudo fiscal y exige pago inmediato
La presidenta afirma que no hay necesidad de acuerdos con el SAT; el empresario enfrenta una deuda de 74 mil millones de pesos, según el fisco
CDMX.- En la conferencia matutina que mezcla simbolismo patriótico con mensajes directos, la presidenta Claudia Sheinbaum ha dejado claro que no habrá negociaciones ni mesas técnicas para que Ricardo Salinas Pliego liquide el millonario adeudo fiscal que le reclama el SAT. Con un tono firme, Sheinbaum afirmó que “no se requiere ninguna reunión con el SAT, no se necesita ningún acuerdo”, y urgió al empresario a pagar de inmediato, sin dilaciones ni estrategias legales que, según ella, solo buscan ganar tiempo.
El contexto es crucial: Salinas Pliego, uno de los hombres más ricos de México y dueño de Grupo Salinas, enfrenta una deuda que el SAT calcula en 74 mil millones de pesos, mientras que el empresario insiste en que la cifra real ronda los 7 mil millones. Esta discrepancia no es solo numérica; revela un choque entre dos visiones: por un lado, la postura del gobierno, que busca fortalecer la recaudación fiscal y evitar lo que considera evasión; por el otro, la defensa de Salinas, quien argumenta que el régimen de consolidación fiscal, utilizado entre 2008 y 2018, fue legal en su momento.
Sheinbaum no solo rechaza la idea de una negociación, sino que ordenó al ex procurador fiscal Arturo Medina explicar el caso en detalle, en un intento por transparentar el proceso. Sin embargo, esta decisión levanta preguntas críticas: ¿es realmente posible resolver un caso de esta magnitud sin diálogo? ¿O se trata de una estrategia política para presionar a Salinas, quien no ha ocultado sus ambiciones presidenciales para 2030?
La tensión entre el poder económico y el político no es nueva en México, pero este episodio pone en evidencia cómo las deudas fiscales se convierten en un campo de batalla donde se miden fuerzas. Mientras Sheinbaum busca proyectar autoridad y cumplimiento de la ley, Salinas podría estar jugando una partida más larga, apostando a que la presión pública o judicial pueda inclinar la balanza a su favor. Lo que está en juego no es solo dinero, sino también la percepción de quién manda en este país: si el gobierno o los grandes empresarios. Y mientras tanto, los mexicanos esperan que, pase lo que pase, el fisco no sea el único perdedor.




