Sheinbaum vs Zedillo: “Ahora resulta que es el paladín de la democracia”; presidenta lo acusa de ser el nuevo vocero de la oposición
Zedillo, el expresidente que había mantenido un perfil bajo desde el fin de su mandato, arremetió contra la Cuarta Transformación
CDMX.— En la conferencia matutina de este lunes, la presidenta Claudia Sheinbaum respondió con firmeza a las críticas del expresidente Ernesto Zedillo (1994-2000), quien, en una entrevista con la revista Nexos, cuestionó la reforma judicial impulsada por Morena y acusó al actual gobierno de socavar la democracia. Este intercambio refleja no solo la polarización política en México, sino también la lucha por definir el relato sobre el estado de las instituciones democráticas.
Zedillo, el expresidente que había mantenido un perfil bajo desde el fin de su mandato, arremetió contra la Cuarta Transformación, señalando un desequilibrio de poderes, la disolución de órganos autónomos como el Instituto Nacional de Transparencia (INAI), la creciente militarización de la seguridad pública y, especialmente, la reforma judicial que permite la elección popular de jueces y ministros. Para el exmandatario priista, estas medidas han llevado a la “muerte de la democracia” en México, una acusación grave que retrata al gobierno de Morena como un régimen autoritario.
Sheinbaum, en respuesta, desestimó las críticas como parte de una estrategia opositora orquestada desde medios como Nexos y Letras Libres, publicaciones asociadas históricamente con sectores intelectuales críticos del obradorismo. Según la presidenta, Zedillo es un nuevo “vocero” de una oposición que, tras el desgaste de figuras como Ricardo Anaya o Alejandro Moreno, busca recuperar terreno en el debate público. “Ahora resulta que Zedillo es el paladín de la democracia”, ironizó, cuestionando la legitimidad del expresidente para erigirse como defensor de los valores democráticos.
El contraataque de Sheinbaum no se limitó a desacreditar la narrativa opositora. La presidenta evocó dos episodios controvertidos del sexenio de Zedillo para señalar contradicciones en su postura: el Fobaproa, el rescate bancario de 1995 que socializó deudas privadas a un costo que México aún paga (estimado en más de 2 billones de pesos ajustados a 2023, según la Auditoría Superior de la Federación), y la masacre de Acteal en 1997, donde 45 indígenas tsotsiles fueron asesinados en Chiapas por paramilitares, en un contexto de conflicto con el EZLN que el gobierno no logró contener. Estos señalamientos buscan no solo deslegitimar a Zedillo, sino también reforzar la narrativa de Morena como un proyecto que corrige los abusos del pasado.
Sin embargo, el debate trasciende las acusaciones mutuas. La reforma judicial, aprobada en 2024, ha generado preocupación entre juristas y organismos internacionales, como la ONU y la CIDH, por el riesgo de politizar el Poder Judicial y debilitar su independencia. Por otro lado, el gobierno defiende que la elección popular de jueces democratiza un sistema históricamente elitista y corrupto. En este contexto, las críticas de Zedillo, aunque matizadas por su propio historial, resuenan con sectores que ven en las reformas de Morena una concentración de poder, mientras que Sheinbaum apela al respaldo popular (Morena ganó con 59.7% en las elecciones de 2024, según el INE) para legitimar su proyecto.
Sheinbaum cerró su intervención con un guiño a la libertad de expresión, celebrando la pluralidad de voces como parte de la democracia. Sin embargo, el tono confrontacional de su respuesta y la descalificación de Zedillo como un “vocero” de la oposición evidencian la dificultad de tender puentes en un México profundamente dividido. Este episodio no solo reaviva las tensiones entre el pasado priista y el presente morenista, sino que subraya la fragilidad del consenso sobre qué significa, en 2025, la democracia mexicana.