Trabajadores del campo, la construcción e indocumentados inician huelga nacional contra deportaciones
Exigen suspensión de arrestos por ICE; video viraliza mensaje de solidaridad entre sectores laborales
EU.- En un contexto de creciente tensión migratoria en Estados Unidos, un grupo de trabajadores agrícolas y de la construcción, muchos de ellos indocumentados, ha lanzado una huelga nacional para exigir la suspensión de arrestos y deportaciones por parte de ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas). El video que circula en redes sociales, grabado en un patio con un grupo de hombres y mujeres de mediana edad, resume un mensaje claro: "Un mensaje de solidaridad a los trabajadores de la construcción desde los trabajadores agrícolas". La huelga, que comenzó este lunes, no solo busca visibilizar la precariedad laboral de estos sectores, sino también presionar por una amnistía general.
Sin embargo, esta acción no está exenta de riesgos. Mientras que la solidaridad entre trabajadores es un pilar histórico de los movimientos laborales, la huelga ocurre en un momento en que la administración Trump ha intensificado las deportaciones, con metas diarias que ascienden a 3,000 arrestos. Esto plantea una pregunta crítica: ¿puede esta huelga, liderada por personas sin estatus legal, generar un impacto positivo o simplemente exacerbará las represalias migratorias?
El contexto histórico respalda la importancia de estas acciones. Desde la huelga de 1965 en Delano, California, liderada por César Chávez y Dolores Huerta, los trabajadores agrícolas han buscado alianzas con otros sectores para fortalecer sus demandas. Sin embargo, el escenario actual es diferente. La polarización política en torno a la inmigración y la falta de una reforma migratoria comprensiva desde el fracaso de H.R. 4437 en 2005 complican el panorama.
La estrategia de la huelga, aunque valiente, enfrenta desafíos logísticos y legales. Por un lado, la participación de trabajadores indocumentados en una huelga masiva podría ser interpretada como una violación de las leyes laborales, según el Departamento de Trabajo de EE. UU., lo que podría derivar en sanciones no solo migratorias, sino también laborales. Por otro lado, la solidaridad entre sectores es un arma poderosa, como lo demuestran las históricas alianzas entre braceros y sindicatos en la década de 1940, pero requiere una coordinación que, hasta ahora, no parece estar plenamente consolidada.
En última instancia, esta huelga no solo es un grito de resistencia, sino también un testamento de la desesperación de miles de trabajadores que, tras años de contribuciones al país, ven cómo su futuro se tambalea. Sin embargo, la pregunta permanece: ¿será suficiente para mover la aguja en un clima político cada vez más hostil, o simplemente acelerará su vulnerabilidad? Solo el tiempo lo dirá.