Tren Maya no es rentable, reconoce su director Óscar Lozano; necesario transportar carga para sobrevivir
La admisión de Lozano confirma lo que analistas venían advirtiendo: el Tren Maya fue concebido con un modelo financiero frágil.
CDMX.— El Tren Maya, proyecto estrella del gobierno mexicano, no es rentable con pasajeros y su viabilidad económica pende del transporte de carga, admitió su director general, el general Óscar David Lozano Águila, durante un seminario de la Asociación Mexicana de Ferrocarriles (AMF). Según Lozano, el tren no alcanzará el equilibrio financiero hasta 2030, y solo lo logrará si se implementa plenamente la operación de carga, un componente que él mismo calificó como “fundamental”.
“Ninguna empresa ferroviaria de pasajeros en el mundo es rentable. Por eso el Estado debe subsidiar el transporte de pasajeros. Para el equilibrio, necesitamos la carga”, afirmó Lozano. Sin embargo, esta confesión pone en evidencia las debilidades de un proyecto cuya planeación ha sido cuestionada desde su inicio. En 2024, el Tren Maya reportó pérdidas por 2,561 millones de pesos, cubriendo solo el 9.6% de sus ingresos operativos, según datos oficiales, lo que refleja una dependencia insostenible de subsidios públicos.
La apuesta por la carga, que iniciará en julio de 2026 con una meta de 2 millones de toneladas anuales, requiere recuperar infraestructura, como la del Istmo de Tehuantepec, y cerrar convenios con industrias. Aunque Lozano proyecta optimismo, el éxito está lejos de garantizarse: la construcción de la infraestructura apenas comenzó en abril de 2025, y los acuerdos comerciales aún están en negociación. Esto, sumado a la baja demanda de pasajeros —que prefieren opciones como los autobuses ADO—, plantea dudas sobre la capacidad del tren para convertirse en un eje logístico competitivo.
El modelo mixto de pasajeros y carga, común en otros países, es presentado como la salvación del Tren Maya. Sin embargo, el proyecto arrastra un historial de costos triplicados, impactos ambientales y promesas incumplidas, según reportes del IMCO y críticas en redes. Lejos de ser el motor de desarrollo prometido para el sureste, el Tren Maya se perfila como un proyecto que, sin una ejecución impecable, podría consolidarse como un costoso fiasco.
La admisión de Lozano confirma lo que analistas venían advirtiendo: el Tren Maya fue concebido con un modelo financiero frágil, subestimando la baja demanda de pasajeros y sobreestimando su impacto económico inmediato. La transición hacia la carga, aunque lógica, enfrenta retos logísticos y comerciales en una región con infraestructura limitada y competencia establecida. La dependencia de subsidios y la demora en alcanzar el equilibrio financiero hasta 2030 refuerzan la percepción de un proyecto más simbólico que viable.