Trump Acusa: ¿Realmente Tiembla México ante los Cárteles?
Trump, lanzó una afirmación contundente: el gobierno mexicano, “le tiene mucho miedo” a los cárteles del narcotráfico, según él controlan el 40% del territorio nacional
Washington.- En una entrevista reciente con Fox News en español, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lanzó una afirmación contundente: el gobierno mexicano, encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum, “le tiene mucho miedo” a los cárteles del narcotráfico, que según él controlan el 40% del territorio nacional. Pero, ¿qué tan cierta es esta declaración? ¿Es una crítica fundamentada o una nueva estrategia de presión diplomática?
Trump no dudó en señalar que su administración busca “ayudar” a Sheinbaum a enfrentar esta crisis, una oferta que, aunque suena colaborativa, llega cargada de un historial de tensiones bilaterales. El dato del 40% que menciona el mandatario estadounidense no es del todo descabellado. Un informe de la DEA de 2023 estimó que los cárteles mexicanos, como el de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación, ejercen influencia sobre entre el 30% y el 40% del territorio mexicano, especialmente en estados como Sinaloa, Guerrero y Michoacán. En estas zonas, los grupos criminales no solo controlan el tráfico de drogas, sino que han infiltrado gobiernos locales y mantienen a las comunidades bajo un régimen de terror, con tasas de homicidios que superan los 460,000 casos desde 2006, según datos del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR).
Sin embargo, la afirmación de Trump sobre el “miedo” del gobierno mexicano merece un análisis más profundo. Desde que Sheinbaum asumió la presidencia en octubre de 2024, su administración ha enfrentado una presión constante por parte de Estados Unidos para frenar el flujo de fentanilo, un opioide sintético que ha disparado las muertes por sobredosis al norte de la frontera. Trump, quien durante su primer mandato (2017-2021) ya había utilizado la amenaza de aranceles para presionar a México en temas migratorios y de seguridad, parece retomar esta táctica. En febrero de 2025, según un análisis de WOLA, el presidente estadounidense anunció la posibilidad de imponer aranceles del 25% a productos mexicanos si no se intensificaban los esfuerzos contra el narcotráfico, una medida que fue temporalmente pausada tras negociaciones de alto nivel con Sheinbaum.
Por su parte, el gobierno mexicano no se ha quedado de brazos cruzados, aunque los resultados generan escepticismo. Apenas el 1 de abril de 2025, Associated Press reportó que Sheinbaum creó una nueva fuerza elite de 800 miembros civiles para combatir a los cárteles, marcando un aparente giro respecto a la política de “abrazos, no balazos” de su predecesor, Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, la historia no juega a su favor: unidades similares en el pasado, como las creadas durante el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012), han sido infiltradas por los propios cárteles o señaladas por abusos contra los derechos humanos. La Comisión Nacional de Derechos Humanos de México ha registrado cerca de 5,800 denuncias por abuso militar desde 2006, un recordatorio de los riesgos de militarizar la lucha contra el crimen organizado.
El contexto de las declaraciones de Trump también revela una narrativa más amplia. Apenas una semana antes, el 9 de abril de 2025, Sheinbaum descartó en su conferencia matutina la posibilidad de que Estados Unidos realice ataques con drones contra cárteles en suelo mexicano, una idea que, según Mexico News Daily, había sido planteada por funcionarios estadounidenses. La presidenta defendió la soberanía nacional y argumentó que tales medidas “no resolverían nada”. Este rechazo, aunque firme, pone de manifiesto la delicada cuerda floja en la que camina su gobierno: necesita mostrar resultados frente a la violencia interna y, al mismo tiempo, mantener una relación funcional con su vecino del norte.
Entonces, ¿es el “miedo” al que alude Trump una realidad o una exageración? Si bien los cárteles representan un desafío estructural para México—alimentado por la corrupción, la pobreza y la demanda de drogas en Estados Unidos—, la narrativa de un gobierno paralizado parece más bien un recurso retórico para justificar intervenciones o presiones externas. Sheinbaum enfrenta un panorama complejo: la violencia no cede, y la cooperación con Estados Unidos es inevitable, pero ceder demasiado podría interpretarse como una pérdida de soberanía, un costo político que ningún líder mexicano puede permitirse.
Mientras tanto, la ciudadanía mexicana sigue atrapada en el fuego cruzado. La pregunta sigue siendo la misma que hace casi dos décadas, cuando se declaró la guerra contra el narco: ¿hasta cuándo? Y, más importante aún, ¿hasta dónde está dispuesto a llegar Trump para forzar la mano de México? La respuesta, como tantas veces en esta relación bilateral, sigue en el aire.