Trump cede terreno: Ebrard negocia un respiro para los autos mexicanos en la guerra comercial
"Somos la industria automotriz más integrada de Estados Unidos, de todo el mundo, y van a aplicar descuentos con ese criterio"
CDMX.- En un contexto de creciente tensión comercial global, México ha logrado un pequeño pero significativo avance frente a las políticas proteccionistas del presidente estadounidense Donald Trump. Marcelo Ebrard, titular de la Secretaría de Economía, anunció este viernes 11 de abril de 2025 que el gobierno de Trump aplicará una "tarifa preferencial" a los automóviles fabricados en México, un movimiento que podría mitigar el impacto del arancel del 25% impuesto a todos los vehículos importados a Estados Unidos que no sean producidos en ese país. Este anuncio llega tras intensas negociaciones en Washington, donde Ebrard ha defendido los intereses de la industria automotriz mexicana, una de las más integradas con Estados Unidos a nivel mundial.
El arancel del 25%, decretado por Trump el pasado 10 de abril de 2025, forma parte de una estrategia más amplia que busca presionar a México y Canadá no solo en temas comerciales, sino también en la lucha contra el tráfico de fentanilo y la inmigración ilegal. Según un comunicado de la Casa Blanca del 2 de febrero de 2025, Trump justificó estas medidas como una respuesta a una "emergencia nacional" por el flujo de drogas y la supuesta complicidad de México con los cárteles. Sin embargo, el T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá) ofrece un salvavidas: los vehículos que cumplan con las reglas de origen del acuerdo están exentos de este arancel. Aquí es donde México encuentra su ventaja, ya que cerca del 40% de los componentes de los autos ensamblados en el país provienen de Estados Unidos, según datos del Departamento de Comercio de ese país.
Ebrard, quien ha pasado buena parte del último mes en Washington negociando con funcionarios como el secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, destacó que esta alta integración de la industria automotriz binacional es clave. "Somos la industria automotriz más integrada de Estados Unidos, de todo el mundo, y van a aplicar descuentos con ese criterio", afirmó en declaraciones a medios mexicanos. Este esquema de "descuentos por modelo y marca" podría reducir el impacto del arancel en un sector que representa el 30% de las importaciones estadounidenses desde México, según datos oficiales. Sin embargo, la negociación no ha sido un camino de rosas. Aunque Ebrard calificó a Lutnick como "atento y amable", la presión de Trump para que México aborde problemas como el fentanilo sigue siendo un telón de fondo que complica las discusiones.
El anuncio de Trump ha generado reacciones mixtas. Por un lado, el presidente estadounidense afirmó que los aranceles han llevado a la cancelación de tres proyectos de fábricas automotrices en México, un dato que no ha sido verificado de forma independiente pero que refleja el tono de su discurso proteccionista. Por otro lado, la excepción para los vehículos que cumplen con las reglas del T-MEC sugiere que Estados Unidos también reconoce la interdependencia económica con México. De hecho, México importa el 49.4% de sus autopartes desde Estados Unidos y exporta el 86.9% de su producción de autopartes a ese mercado, lo que evidencia una relación simbiótica que no puede romperse fácilmente.
Sin embargo, el panorama no es del todo alentador. Aunque el foco inmediato está en el sector automotriz, Ebrard también busca reducir los aranceles al acero y aluminio mexicanos, actualmente en el 25%, a un rango de entre 16% y 18%. "Si todos los países tienen un arancel de 25% y logramos un descuento que sea 18, 17 o 16%, pues tienes una ventaja, aunque te gustaría que fuera cero", señaló el secretario. Este comentario refleja un pragmatismo que, aunque comprensible, deja entrever las limitaciones de México en una negociación donde Estados Unidos lleva la batuta.
El trasfondo de esta guerra comercial es más amplio. China, que enfrenta un arancel del 10% sobre sus importaciones a Estados Unidos, ya ha respondido con medidas retaliatorias, lo que ha generado volatilidad en los mercados globales. Mientras tanto, México tiene una ventana de 40 días para seguir negociando y minimizar los efectos de estas tarifas, un periodo crítico para una industria que emplea a más de un millón de personas en el país y que es la sexta mayor productora de vehículos de pasajeros a nivel mundial.
El optimismo de Ebrard es un arma de doble filo. Si bien la "tarifa preferencial" es un logro, depender de la buena voluntad de un gobierno estadounidense que ha hecho del proteccionismo su bandera plantea riesgos a largo plazo. Además, la retórica de Trump sobre el fentanilo y la inmigración podría endurecer su postura en cualquier momento, afectando no solo a la industria automotriz, sino a toda la relación bilateral. México, atrapado entre su dependencia económica de Estados Unidos y la necesidad de defender su soberanía, enfrenta un desafío que va más allá de los aranceles: demostrar que puede ser un socio estratégico sin ceder a presiones externas. Por ahora, Ebrard ha ganado una batalla, pero la guerra comercial está lejos de terminar.