¿Trump dinamitará el T-MEC? La retórica choca con la realidad de la integración norteamericana
México y Canadá rechazan la idea y defienden la prórroga del acuerdo vigente
CDMX.- En un eco de su primer mandato, Donald Trump soltó este miércoles una nueva bomba: podría dejar expirar el T-MEC en la revisión de 2026, optando por un “nuevo acuerdo” que, según él, corrija las supuestas “desventajas” para Estados Unidos. El magnate neoyorquino, que ya usó tácticas similares para renegociar el TLCAN en 2018 —lo que derivó en el actual tratado—, argumenta que México y Canadá han “aprovechado” el pacto. Sin embargo, Antonio Ortiz Mena, presidente del Comité T-MEC del Consejo Empresarial Mexicano de Comercio Exterior (COMCE) y exjefe de Asuntos Económicos en la Embajada de México en Washington (2007-2015), desarma el alarmismo: “La geografía es destino”, sentencia, recordando que desde enero de 1994 los tres países han tejido cadenas de suministro inseparables, donde autos, electrónicos y alimentos se producen en tándem, no en competencia.
Ortiz Mena, un experto en comercio con décadas asesorando gobiernos y think tanks como el Atlantic Council, enfatiza que el retiro sería un tiro en el pie para EE.UU. mismo: el T-MEC no solo moderniza el viejo TLCAN con reglas en digital y laborales, sino que asegura prosperidad mutua y estabilidad en la frontera. Datos duros lo respaldan: el comercio intrarregional supera los 1.2 billones de dólares anuales (según la OCDE), y un quiebre generaría caos en industrias como la automotriz, que depende en un 40% de componentes cruzados. Críticamente, esta bravata trumpista ignora el pulso económico: asociaciones empresariales de los tres países ya claman por su extensión hasta 2042, y el secretario mexicano de Economía, Marcelo Ebrard, minimiza el riesgo, afirmando no haber recibido “señal alguna” de ruptura.
La verdadera apuesta está en la certidumbre. Estados como Jalisco, con su boom en software y equipo de cómputo —clave para la IA—, saben que los inversionistas huyen de la incertidumbre, no de aranceles. Si Trump fuerza una renegociación relámpago, como sugieren analistas de Publimetro, podría sacudir manufacturas y agricultura, pero la interdependencia —geográfica y de seguridad— inclina la balanza hacia la continuidad. Al final, las palabras de Trump son fuego de artificio; el destino comercial de Norteamérica se escribe en fábricas, no en tuits.



