Trump suaviza aranceles a autopartes con deducciones: alivio para la industria automotriz, pero con matices
La orden establece que los fabricantes de vehículos en EE.UU. podrán deducir un 15% del precio de venta recomendado de los autos ensamblados y vendidos en el país durante el primer año
EU.- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una orden ejecutiva que introduce deducciones fiscales para mitigar el impacto de los aranceles sobre piezas automotrices importadas, una medida que busca equilibrar su agenda proteccionista con las necesidades de la industria automotriz estadounidense. La decisión, anunciada en el marco de los primeros 100 días de su segunda administración, llega tras meses de tensiones con fabricantes que enfrentan costos elevados por tarifas de hasta el 25% sobre componentes extranjeros.
La orden establece que los fabricantes de vehículos en EE.UU. podrán deducir un 15% del precio de venta recomendado de los autos ensamblados y vendidos en el país durante el primer año, y un 10% en el segundo. Este mecanismo se aplicará a las tarifas que gravan piezas importadas, beneficiando especialmente a socios comerciales como México, uno de los principales exportadores de autopartes a EE.UU. Bajo el T-MEC, los componentes de México y Canadá ya están exentos de aranceles si cumplen con las reglas de origen del tratado, lo que refuerza la competitividad de la industria mexicana frente a otros proveedores globales.
La medida responde a las críticas de gigantes automotrices como General Motors (GM), Ford y Stellantis, que han advertido sobre el encarecimiento de los vehículos y la pérdida de competitividad frente a mercados como China. Michigan, epicentro de la industria automotriz, fue el escenario elegido por Trump para defender la iniciativa, que describió como un “puente” para que las empresas ajusten sus cadenas de suministro y trasladen más producción a EE.UU. “No queremos castigar a quienes no pueden conseguir piezas localmente. Esto les da tiempo para adaptarse”, afirmó antes de viajar al estado.
Sin embargo, la estrategia no está exenta de contradicciones. Aunque Trump ha promovido el retorno de la manufactura a EE.UU., las deducciones podrían incentivar la continuidad de importaciones en el corto plazo, especialmente desde México, donde la industria automotriz genera más de 900,000 empleos directos y representa el 20% de las exportaciones manufactureras, según datos de la Secretaría de Economía mexicana.
La industria automotriz ha recibido la noticia con un suspiro de alivio, pero también con cautela. GM, por ejemplo, reportó un sólido desempeño en ventas y ganancias en su último trimestre, pero decidió retirar su pronóstico anual y posponer una conferencia con analistas, a la espera de claridad sobre el impacto de la medida. Esta incertidumbre refleja los retos que enfrentan los fabricantes para recalibrar sus operaciones en un entorno de políticas comerciales volátiles.
Críticos de la medida, como algunos analistas económicos, advierten que las deducciones podrían no ser suficientes para compensar los costos a largo plazo de los aranceles, especialmente para componentes provenientes de países fuera del T-MEC. Además, la dependencia de cadenas de suministro globales, profundamente arraigadas, dificulta el traslado rápido de la producción a EE.UU. sin incrementos significativos en los precios al consumidor.
La orden ejecutiva también tiene un trasfondo político. En un estado clave como Michigan, donde el voto obrero fue decisivo en su reelección, Trump busca proyectar una imagen de compromiso con la clase trabajadora sin alienar a las grandes corporaciones. Sin embargo, la efectividad de la medida dependerá de su capacidad para generar empleos locales sin desestabilizar el delicado equilibrio del comercio automotriz en Norteamérica.
En conclusión, la nueva política de Trump ofrece un respiro temporal a los fabricantes, pero no resuelve los dilemas estructurales de una industria atrapada entre el proteccionismo y la globalización. Mientras México consolida su posición como proveedor clave, las automotrices estadounidenses enfrentan el desafío de adaptarse a un panorama comercial en constante cambio.