Vacaciones en Túnez: ¿Asalto sexual o malentendido en pleno paravelismo?
Michelle Wilson, de 52 años, asegura que fue manoseada por el operador mientras volaban en Sousse. El caso está bajo investigación
Túnez.- Michelle Wilson, una británica de 52 años y madre de tres hijos, asegura haber sido víctima de un asalto sexual mientras practicaba paravelismo en Sousse, Túnez, durante unas vacaciones familiares. Según su relato, publicado por medios como The New York Post y The Sun, el operador que la acompañaba en el vuelo la manoseó y se frotó contra ella mientras estaban suspendidos en el aire. "Me sentí violada, sucia y asustada", declaró Wilson, quien viajaba con su hija de 17 años, sus gemelos de 16 y una amiga de la familia.
El incidente ocurrió en un contexto turístico donde Sousse, conocida por sus playas y su oferta de actividades acuáticas, atrae a miles de visitantes cada año. Wilson y su grupo habían reservado el viaje a través de EasyJet, con un coste aproximado de 8.000 dólares. La denuncia ha generado una investigación por parte de la compañía, la aseguradora de Wilson y las autoridades británicas, aunque no se han reportado detenciones ni conclusiones definitivas hasta el momento.
Sin embargo, el caso plantea preguntas críticas. ¿Fue realmente un asalto sexual o un malentendido agravado por la proximidad física inevitable en este tipo de actividades? El paravelismo requiere que el operador y el turista estén harnessados juntos, lo que implica contacto físico. Wilson asegura que el hombre ajustó su arnés para acercarla y comenzó a tocarla inapropiadamente, pero no hay evidencia visual que corrobore su versión, más allá de las imágenes del vuelo. Su amiga, que realizó la actividad en un momento diferente, no reportó problemas similares.
El caso también refleja las tensiones culturales y las expectativas de seguridad en destinos turísticos. Wilson mencionó que, como mujer, esperaba "un poco de banter" (bromas) de los hombres en estos países, pero insistió en que lo vivido fue más allá. Sin embargo, la falta de claridad en los protocolos de seguridad y la posible barrera lingüística complican la evaluación del incidente. ¿Qué medidas toman las empresas locales para prevenir este tipo de situaciones? ¿Y cómo se protege a los turistas en actividades de alto riesgo?
Mientras las investigaciones continúan, el caso de Michelle Wilson no solo pone en duda la seguridad en las vacaciones, sino también cómo se manejan las denuncias de asalto en entornos donde el contacto físico es parte del servicio. ¿Será suficiente una disculpa o compensación económica, o este incidente cambiará las prácticas en el turismo de aventura? Solo el tiempo lo dirá.