Violencia en el aula: ¿Qué revela el caso del estudiante que golpeó a un profesor en Tulancingo?
Video del incidente, captado el 25 de julio, genera indignación y debate en redes sociales. Universidad investiga el caso
Hidalgo.- En un aula de la Universidad Politécnica de Tulancingo, Hidalgo, un incidente que ha generado indignación y debate se viralizó en redes sociales: un estudiante agredió físicamente a un profesor durante una clase, dejando al docente en el suelo en dos ocasiones. El video, captado el viernes 25 de julio, muestra al alumno enfrentando al profesor con reclamos de supuesto bullying, antes de propinarle varios golpes.
El caso no solo expone un acto de violencia grave, sino que también pone en el reflector una realidad preocupante: la creciente tensión entre estudiantes y docentes en entornos académicos, alimentada por denuncias de acoso escolar y la falta de mecanismos efectivos para resolver conflictos. Según fuentes de la universidad, el profesor, identificado como Ángel R.M., y el estudiante, Manuel M.M., se han denunciado mutuamente ante la Procuraduría General de Justicia de Hidalgo, el primero por violencia física y el segundo por violencia familiar, lo que complica aún más la situación.
Este incidente no es aislado. La OCDE ha señalado que México ocupa el primer lugar a nivel internacional en casos de acoso escolar en educación básica, y aunque el caso de Tulancingo ocurre en un nivel superior, refleja una cultura de violencia que permea todos los niveles educativos. La CNDH ha advertido que 7 de cada 10 niños en México han sido víctimas de bullying, lo que sugiere que la problemática está profundamente arraigada en la sociedad.
Sin embargo, el acto del estudiante levanta preguntas críticas: ¿es justificable la violencia como respuesta al bullying? ¿Qué rol juegan las instituciones educativas en prevenir y sancionar estas conductas? La universidad ha iniciado investigaciones y separado temporalmente al profesor de sus funciones, pero la ausencia de un comunicado oficial y la falta de transparencia en el proceso disciplinario generan dudas sobre la capacidad de la institución para manejar crisis de esta magnitud.
Este caso no solo exige una sanción ejemplar para el estudiante agresor, sino también una revisión profunda de las políticas de convivencia escolar y de los protocolos para abordar denuncias de acoso. La violencia en las aulas no solo pone en riesgo la integridad física de los involucrados, sino que erosiona la confianza en el sistema educativo, un pilar fundamental para el desarrollo de cualquier sociedad. ¿Qué lecciones aprenderemos de Tulancingo? Solo el tiempo lo dirá, pero lo que está claro es que la urgencia de actuar es ahora.