¿Violencia estética real o escudo contra la corrupción?: El caso de Layda Sansores en la mira
La secretaria de las Mujeres, Citlalli Hernández, denunció ataques contra la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, como "violencia estética", un concepto debatido.
CDMX.- La afirmación de Citlalli Hernández sobre la "violencia estética" sufrida por Layda Sansores, gobernadora de Campeche, ha encendido un debate cargado de sospechas. El término, acuñado en un estudio de 2013 por Nathalie Narváez en Amerika, sugiere que los ataques a la apariencia pueden ser una forma de agresión de género, pero no hay evidencia concreta y verificable que respalde específicamente que Sansores sea víctima de esto en el contexto actual. Las reacciones en X, con burlas y críticas a su imagen, son reales y documentadas, pero clasificarlas como "violencia estética" depende de una interpretación subjetiva que aún no cuenta con un marco legal sólido en México.
El escepticismo crece al considerar el historial de Sansores. Un reporte de The Yucatan Times (7 de febrero de 2023) reveló videos que muestran a funcionarios de su administración, incluido el secretario de Educación Raúl Pozos Lanz, recibiendo fajos de billetes en el Palacio de Gobierno antes de las elecciones de 2021, un escándalo que salpica directamente su gestión. Además, datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública indican que la violencia doméstica en Campeche aumentó un 277.7% entre 2021 y 2024 bajo su gobierno, pasando de 314 a 1,186 denuncias, lo que pone en duda su eficacia y desata cuestionamientos sobre su liderazgo.
¿Es la denuncia de Hernández un intento genuino de proteger a Sansores o una cortina de humo para desviar la atención de estos señalamientos de corrupción e ineficiencia? La falta de pruebas específicas de "violencia estética" dirigida a Sansores, combinada con su controvertido historial, sugiere que podría ser una estrategia defensiva. Sin embargo, el aumento documentado del acoso en línea contra políticas (67% desde 2018, según ONU Mujeres, 2021) abre la puerta a que, al menos en parte, exista un componente de género en las críticas. La verdad parece atrapada entre la realidad social y las conveniencias políticas, dejando al público a la espera de hechos que clarifiquen el panorama.