Xi Jinping aprieta el nudo: China, la jaula digital que se cierra aún más
Xi Jinping ordena a plataformas e influencers difundir solo «contenido positivo» y asumir «responsabilidad social»
China.- En un movimiento que nadie en Pekín esperaba como sorpresa, Xi Jinping ha dado luz verde a una directiva que endurece el control sobre internet, exigiendo a plataformas digitales, blogueros e influencers que prioricen el “contenido positivo” y asuman “responsabilidad social” bajo el escrutinio del Partido Comunista. La orden, revelada tras una reunión del Politburó el 28 de noviembre, llega en un contexto de multas recientes a gigantes como Weibo y Douyin por fallos en la moderación, y promete “cortar de raíz” las cadenas de lucro detrás de lo que el régimen tacha de “conducta indebida” en línea. No es un capricho aislado: desde 2013, Xi ha centralizado el poder en la Administración del Ciberespacio de China (CAC), elevando la censura de un filtro pasivo a una vigilancia proactiva que bloquea apps como Google o Facebook y obliga a Hollywood a autocensurarse para entrar al mercado chino, un gigante de 1.400 millones de usuarios.
Críticamente, esta escalada no solo sofoca disidencias —recordemos las purgas de 2023 contra “rumores” en redes, que silenciaron voces sobre la economía tambaleante—, sino que refuerza el modelo de “Xi Jinping Thought” como dogma digital, alineando el ciberespacio con la narrativa oficial de estabilidad y prosperidad. Analíticamente, mientras Occidente debate la desinformación con multas selectivas, China opta por un control totalitario que, irónicamente, fomenta VPNs ilegales como válvula de escape para la clase media urbana. Pero ¿a qué costo? La Ley de Ciberseguridad de 2017, actualizada en 2025, ya impone registro real y localización de datos, convirtiendo la red en un panóptico donde la “energía positiva” equivale a lealtad ciega.
Las implicaciones globales son claras: en un mundo interconectado, este endurecimiento podría presionar más a empresas tech extranjeras a ceder datos o adaptarse, acelerando la bifurcación digital entre Este y Oeste. Xi no busca solo pureza interna; apunta a exportar su visión de un internet “limpio” como alternativa al caos liberal, un riesgo que Pekín disfraza de virtud pero que huele a control absoluto.



